A los 70 años del golpe militar.

A LOS 70 AÑOS DEL GOLPE MILITAR

Este año 2006, finalmente declarado Año de la Memoria Histórica , cuando se cumplen 70 años del golpe militar, debemos en efecto recuperar la memoria, rehabilitar a las victimas y condenar la impunidad de cuantos asesinaron y masacraron a gentes inocentes. Peno no debemos conformarnos con lamentar los hechos del pasado como si únicamente hubieran afectado a un momento concreto de la historia sino que debe servirnos para avanzar en la reflexión y la condena de quienes pretenden sustituir la voluntad de los pueblos por la fuerza militar o resolver los conflictos sociales mediante golpes de estado.

El golpe militar del 18 de julio del 36 no solo produjo un insoportable balance de sufrimiento, guerra y muerte acotado en el tiempo sino que sumió a nuestro país en una niebla de miedo que clausuró la esperanza y paralizó el futuro durante cuarenta años.

El triunfo de los golpistas supuso la instalación del gobierno de la arbitrariedad ante el que la defensa de los derechos humanos se consideraba delito.

Mientras que el 10 de Diciembre de 1948 se promulgaba en el Palacio de Chaillot, en París, la Declaración Universal de Derechos Humanos, España vivía sometida a un régimen de terror y silencio que bloqueaba cualquier posibilidad de ejercer la simple dignidad de la persona.

El brazo largo de los golpistas aún se mantuvo como una amenaza durante la transición democrática condicionando su proceso así como el desarrollo constitucional y, por si fuera poco, nuevamente intentaron someter a este pueblo mediante un golpe militar.

La vigilancia sobre el cumplimiento de los Derechos Humanos nos obliga a denunciar que se están expresando tentaciones autoritarias que se reflejan en las posturas de ciertos sectores políticos y religiosos frente a cualquier avance legislativo en materia de igualdad o en su rechazo a asumir la convivencia en la diversidad.

La creación artificiosa de miedos a la inmigración o a los procesos de reforma estatutaria, la negación de la ampliación de derechos a colectivos históricamente excluidos o perseguidos, la apelación a las más rancias consignas patrióticas, la negativa reiterada al diálogo como herramienta para la resolución de los conflictos, la “comprensión” de cierto tipo de discursos militares, la negativa a condenar el golpe militar y la posterior dictadura, son otros tantos indicios de que las tentaciones autoritarias siguen latentes.

No se trata solamente de condenar hechos pasados sino de reafirmar que, desde la perspectiva de los derechos humanos, tales actitudes no deben de tener lugar en nuestras conciencias ni en nuestras vidas.

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