- APDHA es miembro de la AEDH (Asociación europea de derechos humanos)
Bruselas, 20 junio de 2017.
Hace poco más de dos años, al comienzo del año 2015, los europeos y europeas se despertaban estupefactos viendo cómo centenares de miles de personas iban llegando a su territorio, por los medios más insensatos y menos seguros, para solicitar asilo.
De cara a esto que se considera ya como el mayor éxodo de población desde que acabó la Segunda Guerra Mundial, la primera reacción ha sido la conmiseración y la organización con urgencia de la acogida de esta población siria que, obligada a huir de su país, venía a buscar la protección de Europa, incrementando aún más el número de refugiados y refugiadas originarios/as de Irak y Afganistán.
En dos años, los Estados europeos han aceptado dar su protección a 1 043 750 personas (333 350 en 2015, 710 400 en 2016), en su mayoría procedentes de Siria.
Al mismo tiempo, estos mismos Estados miembros se han negado a proteger a 655 280 solicitantes de asilo de Afganistán, Sudán, Irak, Somalia, Irán, Albania o Nigeria… marcando así el límite de su generosidad y de su percepción de los dramas que afectan las poblaciones de numerosos países.
Hace un año, el 20 de junio de 2016, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Filippo Grandi, expresaba su preocupación por los «niveles inquietantes de xenofobia y la hostilidad de la retórica política sobre las cuestiones de asilo y migración». Observaba que «en lugar de compartir equitativamente la carga, asistimos al cierre de fronteras y vemos la voluntad política ceder a la parálisis política».
Después, en lugar de corregirse, los gobiernos de los Estados europeos han acentuado su voluntad de «refugiarse» detrás de sus fronteras, protegidas por las armadas de Frontex y de la OTAN. Bien al abrigo de las personas refugiadas, han emprendido negociaciones con terceros países (Turquía, Túnez, Afganistán), para que se encarguen, en su lugar, de acoger a los migrantes o de mantenerles lejos de Europa. Han decidido igualmente calificar un número creciente de países como “de origen seguro” a fin de exonerarse más fácilmente de sus obligaciones convencionales.
Los miembros de la AEDH somos ciudadanos europeos y, este 20 de junio de 2017, día en que se supone que expresamos la solidaridad internacional con las personas refugiadas, queremos reafirmar que el derecho al asilo no es negociable. Reivindicamos un derecho a acceder a una protección internacional que no dependa de una apreciación variable según nuestros Estados.
Pero, sobre todo, nos sentimos orgullosos y orgullosas de que la ciudadanía europea, contrariamente a sus gobiernos, manifiesten concretamente su solidaridad con las personas refugiadas, a pesar de la persecución de la que son objeto. Apoyamos a las ONG que hacen caso omiso de quienes las comparan ominosamente a los “contrabandistas” y organizan el rescate de migrantes en el mar. Según el ACNUR, sin ellas, en 2016, 46.000 personas más habrían perdido la vida. En 2017 la tercera parte de los rescate es obra suya.
Llamamos a la ciudadanía europea a apoyar y a unirse a este movimiento de solidaridad y a combatir todas las iniciativas políticas destinadas a que Europa se cierre sobre sí misma.