El pasado martes, 16 de abril, nos llegaba la noticia de un nuevo naufragio en el Mediterráneo. Once personas (seis hombres, dos mujeres y tres niños) perdían la vida al norte de la costa de Alhucemas, mientras otras 34 eran rescatadas con vida por los servicios de la Marina Real marroquí. Días después leíamos varias noticias relacionadas con llegadas o intento de llegadas de nueva pateras con personas que pretendían alcanzar España atravesando el Mediterráneo. De alguno de estos intentos se ha remarcado exclusivamente un pretendido carácter violento. En ninguno de los casos se ha hecho mención de que se trata de personas que intentan encontrar un lugar que les permita vivir con dignidad y que con frecuencia ese intento lo pagan con la vida.
Desde la Asociación Pro-Derechos Humanos en Granada queremos recordar lo ocurrido para invitar una vez más a la reflexión sobre la persistencia de un drama del que hablamos desde hace más de una década, y frente al cual debemos seguir respondiendo con contundencia.
La escasa repercusión de tan terrible hecho en los medios de comunicación españoles, y la desoladora falta de respuesta social, ha dejado constancia fehaciente de cómo la crisis económica ha terminado por romper el frágil equilibrio de aceptación de la migración que apenas conseguimos rozar durante los primeros años de la década del 2000. Es decir, con la crisis se está intentando legitimar discursos más que reactivos contra la migración, y lo que resulta más doloroso, se está produciendo una ruptura de solidaridades de carácter universal en el seno de una población que, ante el aumento de los desequilibrios económicos y de la competencia por los escasos recursos sociales, se muestra extremadamente celosa de lo que considera propio por derecho natural o simplemente indiferente ante un drama que les resulta ajeno.
Desde APDHA denunciamos, una vez más, que en su absurda pretensión de controlar y poner barreras a la migración, la UE ha conseguido transformar el Mediterráneo en una autentica trampa para aquellos que intentan cruzarlo cada año. Como señala el informe Derechos Humanos en la Frontera Sur 2013, “continúa el drama de la inmigración clandestina, con un resultado de sufrimiento y muerte que difícilmente debería ser tolerable para una sociedad democrática. La política del Estado, el enroque inexplicable de las políticas migratorias de cierre a cal y canto, tienen la responsabilidad en todo esto. Pero la falta de información o la indiferencia de buena parte de la ciudadanía y más en tiempos de crisis, alimentan y dan alas a estas políticas inhumanas”. De ahí que queramos poner el acento con esta reflexión en esa violencia sorda que es la indiferencia, una violencia que infringimos como sociedad a aquellos que siguen viendo en Europa la única oportunidad de alcanzar una vida mejor.
Granada, 26 de abril de 2013