Llama a manifestarse en los actos convocados en apoyo al pueblo palestino
Andalucía, 13 de diciembre 2017.
Desde la APDHA queremos manifestar nuestro rechazo más contundente a la decisión unilateral del presidente estadounidense Donald Trump, que establece el traslado de la embajada de EEUU desde Tel Aviv a Jerusalén, ocupada ilegalmente en su parte Oeste en 1948 y en su totalidad desde 1967. De esta forma, EEUU se posiciona como el primer país del mundo que reconoce oficialmente a Jerusalén como capital del Estado sionista de Israel.
Esta decisión tiene un profundo calado simbólico y práctico, dado que la transferencia de la embajada viene a legitimar una situación de vulneración sistemática de DDHH sobre la población palestina, que ha sido refrendada por multitud de resoluciones de la ONU.
Las vulneraciones de DDHH se manifiestan ampliamente en ámbitos fundamentales para el desarrollo de la supervivencia de las personas palestinas.
Israel ha establecido un sistema institucional de apartheid que tiene como finalidad oprimir al pueblo palestino. El apartheid está tipificado como crimen contra la humanidad y en palestina se expresa diariamente a través de la coexistencia de modelos legales diferentes en función del origen, etnia, confesión religiosa, lugar de residencia… Afectándola a través de vulneraciones específicas del derecho a la vida y la libertad de la persona, discriminación racial, persecución política, ausencia de garantías de protección jurídica, etc.
Otra de las flagrantes vulneraciones consiste en el mantenimiento y proliferación de asentamientos de colonos en los territorios ocupados. A esta colonización ilegal va acompañado el acoso a las personas palestinas que residen en el territorio, usurpación de recursos básicos para la existencia, violencia e intimidación con el objetivo de desplazar a la población autóctona, militarización del territorio y sometimiento a limitaciones en el acceso a recursos sanitarios, educativos y de desarrollo socioeconómico. El muro que recorre Cisjordania es un elemento de especial contundencia para describir la intención expresa del estado sionista, ya que separa territorios dejando a población palestina a ambos lados, no puede defenderse por tanto esta acción como necesidad securitaria, puesto que en la práctica el único efecto es dificultar la vida cotidiana palestina, aumentar los espacios de control y someter a las personas a medidas arbitrarias de acceso. En los casos más alarmantes, se imposibilita el paso a las personas que necesitan atención médica urgente, causando la muerte de estas.
La situación de las personas refugiadas es la más terrible de todas, unida a las que permanecen bloqueadas en Gaza. El acoso por parte del ejército israelí es sistemático, accediendo a los campos de refugiados como lugar de “entrenamiento” con munición real, cebándose sobre todo con la población más joven. Muchos niños y niñas son agredidos en su camino a la escuela, mientras a otros se les detiene y traslada arbitrariamente para minar su voluntad de resistencia y poco a poco conseguir que las reivindicaciones del derecho al retorno (reconocidas en el resolución 194 de la ONU), dejen de tener efecto porque la población haya abandonado los campos.
Por todo esto, el reconocimiento expresado por Donald Trump nos parece grosero y ofensivo para cualquier ser humano que reconozca los principios básicos de la declaración de DDHH, pero más allá, cualquier persona que posea un ápice de moral o ética.
En el trasfondo de esta decisión, se evidencia además una provocación a los países de oriente medio que se sienten ofendidos por el efecto de este reconocimiento de soberanía de Israel en los lugares sagrados del islam, y quizás supone la excusa necesaria para intensificar un enfrentamiento latente entre la polarización de fuerzas que supone el eje de Arabia Saudí y el eje Iraní. En esta geopolítica de la guerra poca relevancia tienen los intereses del pueblo palestino, desafortunadamente esta causa se ha utilizado demasiadas veces como argumento para enfrentamientos que esconden otros intereses de control del territorio y obtención de poder económico y político.
Nos preocupa la utilización mediática y política de la respuesta de los movimientos de resistencia palestinos. También es recurrente la utilización de la connotación “terrorista” en las acciones de resistencia de los grupos palestinos. En este sentido, destacar la legitimidad de la autodefensa de los pueblos frente a una potencia ocupante que recoge la propia ONU en el capítulo VII, art. 51 de su carta fundacional.
Se reduce el marco para el ejercicio de los Derechos Humanos, pero si algo hemos aprendido del pueblo palestino, es a resistir con dignidad y situarnos al lado de quienes reclaman justicia, libertad y DDHH para todas las personas.
Llamamos a toda la ciudadanía a movilizarse ya a participar en las acciones convocadas estos días en respaldo del pueblo palestino y sus derechos.
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