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Alicia maltratada a través del Espejo

¿Qué podemos ver si nos miramos en el espejo de una mujer maltratada?

¿Qué imágenes, que verdades, que ilusiones frustradas?

¿Cuánto de dolor, de silencio y de vergüenza?

Es el espejo del paso del tiempo, del tiempo perdido, de la vida menguada,

de la enorme estafa del amor romántico.

Quizá veremos el primer día en que la vistieron de rosa.

O el día en que le regalaron esos zapatos monísimos pero que no le servían para

correr aprendiendo a buscar la libertad.

Puede que veamos el día en que se apuntó a clases de danza para estilizar su

figura mientras los chicos iban a defensa personal.

Quizá fue el día en que al abrir su libro de texto, no se encontró a sí misma

reflejada en la historia como protagonista.

Porque allí sólo había imágenes de hombres que escribían una historia de

hombres.

Porque en los libros solo encontró mártires, santas y esposas de alguien;

imágenes al servicio de su dios o de su rey; ninguna por sí misma.

Como mucho pudo ver retratos de princesas estáticas bajo el peso de los adornos.

Reconoceremos los días en los que se valora la compostura y la belleza en la

mujer pero se olvidan de reflejar su voluntad y su audacia.

Y así no nos extraña que un día ella considere que es un honor ser la elegida por

el chico más duro del instituto, o por un chico cualquiera. Porque todo la educó

para ser la elegida.

Día tras día el espejo social va arrancando esquirlas de su cuerpo y su mente.

Es un espejo que poco a poco, sin pausa, con pequeñas cosas cotidianas se va

tallando una imagen de mujer a costa de sí misma.

La ética del cuidado y la paciencia es para ella, la ética de la justicia y de la acción

es para él.

Ella será el reposo del guerrero moderno aunque él ni sea guerrero ni venga

cansado de nada.

Los hombres hablan de noches de amor tras días de guerra.

Para demasiadas mujeres se trata de noches de guerra tras días de miedo;

hasta que todo se convierte en días y noches de soledad y muerte.

Hasta aquí hemos llegado.

Yo os propongo que entre todas rompamos ese espejo.

Sin miedo a siete años de mala suerte.

Porque la mala suerte es seguirnos mirando en el espejo de la desigualdad, ese

espejo social mentiroso que nos deforma y que nos roba el alma.

Seamos feministas, por nuestras hijas, por nuestras nietas, por nuestras

hermanas y amigas, por las que no conocemos pero presentimos, por nosotras

mismas.

Rompamos el espejo de la desigualdad para que gane la vida.

Para que ninguna vida se pierda nunca más.

Salud y República.

Lola Sanisidro

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