Un articulo de Rafael Lara para Viva Conil y Andalucía Información.
Nada más desalentador que ver esas mesas de candidatos, compuestas exclusivamente por hombres. En el famoso debate a cuatro que podría hasta ser esperable porque casualmente no hay ninguna mujer candidata. O en el debate a siete en el que sólo una mujer entre siete participantes ocupó un lugar en la mesa.
Y resulta sorprendente, porque uno escucha a muchas de las representantes de los diferentes partidos políticos que resultan ser unas mujeres con mucha fuerza y convicción, con una gran capacidad de expresar sus ideas y defender sus posiciones. ¿Cómo es que no están en primera línea de los diferentes foros para debatir?
Pero es peor aún. Si se ha tenido la santa paciencia de escuchar los diferentes debates convocados, no habrá sido difícil constatar que la cuestión de los derechos y libertades de las mujeres ha sido totalmente ignorada en todos y cada uno de ellos. Temas como la desigualdad entre hombres y mujeres o la violencia de género se habrá comprobado que apenas han merecido una pequeña frase de pasada por parte de alguno de los representantes de los partidos. ¿Qué decir de muchos otros temas trascendentales para las mujeres (y para todas las personas al margen de su género), olvidados e ignorados en los debates? La brecha salarial, la identidad y la orientación sexual, el derecho al aborto, los temas de conciliación, los cuidados, el desarrollo de la Ley contra la Violencia de Genero, la educación con perspectiva de género,… son cuestiones ausentes en estos foros.
En lo que va de año han muerto asesinadas 20 mujeres víctimas de la violencia de género. Cada año una media de 60 asesinatos. Desde 2003, 846 mujeres asesinadas. Apenas 20 segundos mereció en el debate entre los cuatro candidatos a la presidencia del gobierno. Algunos ni media frase.
Por si faltaba algo, el 9 de junio, comenzaba la campaña electoral con un extraño debate en femenino: cuatro mujeres representando a las cuatro candidaturas con posibles. Casi como aquello de vamos a reunirlas para que hablen de sus cosas. Para corroborar esta idea basta comprobar el trato de los medios a posteriori: todos destacaron la naturalidad de una, el envaramiento de la otra, la falta de expresión de la tercera o el lapsus de la cuarta. Incluso algún medio volvió a fijarse en los vestidos y la elegancia. No se precisan más comentarios.
No parece razonable que las violaciones específicas de derechos humanos que padece la mitad de la población estén ausentes del debate electoral. Deseado su voto, pero ignoradas las mujeres. Tampoco lo es el acoso que sufren las mujeres políticas de izquierda, que soportan la atención preferente de los sectores más reaccionarios. No parece de rigor que la presencia en los foros y en los debates, siga brillando aún, tras tantos de lucha por la igualdad, por su ausencia.
A pesar de que nuestra sociedad ha dado pasos significativos en la plasmación legal y social de los derechos de las mujeres, son claramente insuficientes. La exigencia de los derechos y la lucha por la igualdad ha comenzado a llenar las calles, a derribar las paredes de lo estrictamente privado y a ser necesariamente tenidas en cuenta por los partidos políticos. Pero, sin embargo como nos muestra esta campaña electoral queda mucho por hacer.
La discriminación está prohibida tanto por mandato constitucional como por las leyes positivas, pero la realidad camina por su cuenta y los datos demuestran que todavía se mantienen las desigualdades entre hombres y mujeres. Y se mantiene la violencia contra las mujeres. Sin desconocer los cambios positivos producidos habrá que comprometerse para conseguir una sociedad donde la discriminación, la violencia y la desigualdad sean un recuerdo del pasado.