Una colaboración desde Francia para el blog de la APDHA de Guillaume Jacquemart…. En el litoral del norte de Francia y de Bélgica, de Calais a Zeebruges, miles de emigrantes están bloqueados en su tentativa para llegar a Inglaterra. Es la consecuencia del tratado del Touquet, firmado el 4 de febrero de 2003 por Francia y el Reino-Unido, que permite los controles fronterizos en las ciudades que bordean el mar del Norte.
El punto muerto de Calais
Hoy, cerca de 4.000 emigrantes están bloqueados en Calais, en un barrio de chabolas gigante cerrado por la policía, verdadero dédalo de callejones fangosos donde se encuentran comercios informales y casitas improvisadas.
Al norte, tenemos los contenedores ordenados por el Estado en un campo que puede acoger 1.500 personas. Problema, los emigrantes no quieren ir al interior de éste porque dicen que parece a una cárcel: en efecto, el Estado instaló cámaras de video-vigilancia, y un sistema de controles biométricos. Pero sobretodo no hay ni agua, ni duchas, y no tienen la posibilidad de cocinar. En realidad es una verdadera trampa securitaria.
Al sur, se encuentra un cementerio de restos de caravanas, de tiendas de campaña, llevados por los volunteers ingleses que dan muestras de una gran solidaridad con los emigrantes. Hay muchos afganos, menores aislados y numerosas familias. Esta parte del barrio de chabolas, que contiene una escuela y una iglesia, está amenazado de destrucción por el Estado, que quiere que los emigrantes se vayan todos al campo gestionado por las autoridades.
¿Qué futuro espera a esas personas? Nadie lo sabe, tanto más que es muy difícil pasar a Inglaterra desde Calais con los impresionantes controles del Eurotunnel. Así, los precios del paso aumentan: el pasado verano bastaba con pagar 800 euros. Ahora se necesita casi 10.000 euros. Es la ley del mercado: hay pocos intentos exitosos, entonces son caros. Lo que explica que hoy, muchos emigrantes no tienen la capacidad de pagar el paso, y se quedan bloqueados en lo que las asociaciones denominan el township de Calais.
Grande-Synthe : el campo de la vergüenza
Cuarenta kilómetros al norte de Calais, en Grande-Synthe, 1.500 personas de los cuales 200 son niños, se apiñan y chapotean en un campo que se sitúa en zona inundable. Las asociaciones y ONG que intervienen en el campo dicen que nunca habían visto algo similar en Europa. La mayoría de esas personas provienen del Kurdistan iraqui, y huyen la guerra que causa estragos en el norte de Irak entre el Estado Islámico y las fuerzas kurdas.
Hay que subrayar el comportamiento humanista del alcalde de esa ciudad de 22.000 habitantes, que no se dejó intimidar por las autoridades del Estado que quisieron cerrar el campo sin crear otra alternativa. En efecto, para acoger los emigrantes con mejores condiciones, la municipalidad con la ayuda de Médicos Sin Fronteras (MSF) van a construir un campo humanitario que debe ser operativo al principio del mes de marzo de 2016.
Pero por el momento los emigrantes kurdos no quieren cambiar de campo, porque tienen medio de quedar bloqueados en un campo oficial donde no van a poder estar en contacto con las redes mafiosas de pasafronteras. Acá también los precios del paso aumentaron de una manera sensible. Casi 20.000 euros para tener un intento con grandes posibilidades de éxito. Sumas imposibles de tener para la mayoría de la gente que se encuentra en el campo.
Zeebruges : la oportunidad belga
No quedan muchas oportunidades para los emigrantes que quieren pasar a Inglaterra para volver a ver a sus familias, o encontrar un trabajo. Frente a la falta de oportunidad de paso, y con la presión de las autoridades, unos piden el derecho de asilo en Francia, cansados de vivir en condiciones horribles con niños. Otros piensan tener mayor suerte en Alemania, y los más resignados piensan volverse a sus países de origen.
Pero queda una mayoría de emigrantes que quiere probar suerte en Zeebruges, en la costa belga. Como la situación en Calais se vuelve cada vez más tensa, con turbaciones de los flujos del comercio, una parte del flete terrestre transita por el puerto belga para evitar ir hasta Calais. Los emigrantes aprovechan esta oportunidad para subir con las mercancías en los barcos. Últimamente, hubo casi 700 arrestos de personas que intentaron cruzar a Inglaterra. A diferencia de Calais y Grande-Synthe, todavía no hay campos en esta parte de Bélgica porque las autoridades hostigan a los emigrantes, y les impiden instalarse en un lugar fijo.
Con el cierre de la frontera franco-británica en Calais, se observa un crecimiento de campos pequeños (50-100 personas) en varias ciudades a lo largo del litoral francés hacia Normandía y más al interior de la provincia. Pero los alcaldes y autoridades de cada ciudad temen que crezca otro Calais en sus localidades y usan sin escrúpulos la fuerza para desalojar los emigrantes de los campos improvisados. Si las mercancías pueden cruzar fácilmente entre los dos países, las personas quedan varados y tratados como animales en campos mugrientos.
A diferencia de lo que dice la propaganda de las provincias fronterizas franco-británicas, parece claro que “el Kent & el Nord-Pas De Calais” no quiere acoger el mundo entero.