Manifiesto Cádiz de convocatoria el 27 de febrero por los derechos de las personas refugiadas (ver abajo lista de organizaciones adheridas a la marcha).
Hace pocos días se cumplió el segundo aniversario de la trágica muerte de 15 personas cuando intentaban entrar en Ceuta a nado vadeando las alambradas de El Tarajal.
Una tragedia qu
En efecto, estamos viendo con horror el trato que la Unión Europea está dando a las personas que intentan llegar a suelo europeo.
Según la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), casi un millón de personas migrantes y refugiadas entraron a Europa desde África y Oriente Medio a través de rutas terrestres o marítimas en 2015.
De los 160.000 refugiados que Europa acordó acoger en octubre, cuatro meses después sólo han conseguido reubicar a 414, de ellos 18 en España: no es sólo una insensibilidad monstruosa, es además la puesta en marcha de políticas inhumanas contra las personas que huyen de la guerra o buscan vivir con dignidad. Hungría eleva alambradas similares a las de Ceuta y Melilla y con las mismas concertinas fabricadas en Málaga. El Consejo de Ministros de la UE contempla convertir en delito la ayuda a refugiados y migrantes que intentan alcanzar las costas europeas, criminalizando la solidaridad. El Gobierno de Austria repatriará a 50.000 solicitantes de asilo en tres años. Dinamarca va a incautar los objetos de valor y el dinero de los refugiados.
Según la OIM, en el año 2015 han muerto más de 3.700 personas intentando llegar a Europa. La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) por su parte, ha informado de que en el mar Egeo, sólo en este pasado enero, han muerto 309 personas, muchos de ellos pequeños como Aylan.
Llenos de espanto leímos la noticia de que Europol estimaba en 10.000 los menores refugiados que se habían perdido en Europa. ¿Qué hubiera pasado si se hubieran perdido tan sólo unos cientos de niños alemanes o españoles? ¿No hubiera sido absolutamente insoportable?
Se trata de una vuelta de tuerca que justamente muchos califican de “guerra contra inmigrantes y refugiados”. Es decir, una persecución por todos los medios, sin respetar procedimientos legales, con el único objetivo de detener una supuesta “avalancha”. Por si alguna duda quedase de este carácter, la OTAN se plantea involucrarse en el control de la inmigración en el mar Egeo. Se trata así de un “Estado de excepción permanente” que socava los valores democráticos y de derechos humanos sobre los que se quería construir Europa.
La respuesta a la crisis de los refugiados está tirando al mar lo que quedaba de proyecto europeo. Los que ha naufragado son los derechos humanos, pero no sólo de los refugiados, sino que está naufragando la Europa respetuosa y garante de los derechos cívicos. Cada vez más, sólo va quedando una Europa enrocada en sus miedos, una Europa de racismo, xenofobia y exclusión. Una Europa al servicio de los negocios y los capitales, abjurando de sus proclamados valores y avanzando tenazmente hacia el abismo al que se aboca el proyecto de espacio de paz, justicia y libertad.
En un momento tan triste y tan grave como el que estamos viviendo, asistiendo con vergüenza y horror al trato dado a inmigrantes y refugiados por parte de la UE y del Gobierno de España, junto a mucha gente en toda Europa, nos concentramos aquí, ante un Gobierno que se niega a cumplir su obligación moral y legal de proteger y acoger a migrantes y refugiados. Nos concentramos aquí para solidarizarnos con las víctimas de la sinrazón europea, para denunciar la impunidad, para denunciar una política de muerte y racismo, para denunciar a una Europa fortaleza enrocada en el rechazo y la xenofobia.
Nos gustaría sentirnos orgullosos de Europa. Pero esta Europa nos avergüenza. Queremos otra Europa. Una Europa de brazos y puertas abiertas al servicio de las personas y de los pueblos.