Rafael Lara, Coordinador Área de Solidaridad Internacional de la APDHA
El escritor peruano Ciro Alegría describía el mundo como un espacio tan vasto que en él se perderían las normalidades cotidianas, los pequeños sueños; un lugar en el que, sin remedio, irían a extraviarse las palabras que surgen de las necesidades elementales de la vida común, tan diminutas ellas, tan mal vestidas, tan vulgares.
Algo de esta imagen nos golpea al contemplar el imponente edificio de Bruselas que alberga la sede del Parlamento Europeo. Como si contemplara con lejanía y frialdad las modestas proporciones humanas de la gente sencilla. Como si en él no pudieran entrar las necesidades de la gente ni aunque se limpiaran los pies y se vistieran ropa de domingo.
No es extraño entonces el desafecto de la ciudadanía. Porque las instituciones europeas se nos aparecen como ajenas a nuestras necesidades y preocupaciones cuando no, directamente, manipuladoras de nuestros derechos.
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