Lola Sanisidro, del área de solidaridad internacional de la APDHA
Grecia debe ser destruida porque, por un instante sorprendente y efímero, intentó no marcar el paso.
No debe quedar de ella piedra sobre piedra en la que asentar la voluntad popular, sus instituciones deben ser derribadas, quemada hasta la última papeleta de votación sobre los cristales de las urnas hechas añico. Sus dirigentes, dignamente elegidos, deberán entregar sus armas democráticas y el futuro de su pueblo a los pies del imperio del dinero y, luego, encadenados al carro vencedor, habrán de pasear su vergüenza y su derrota por las portadas de todos los periódicos y en los espejos de los telediarios, para que en cada hogar del mundo, en cada calle, se aprenda bien que no hay otra lección para los insumisos que el yugo de los vencidos.
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