«Los derechos fundamentales de las mujeres musulmanas que viven en Europa no se verán reforzados mediante la sanción o la imposición, ya sea de los poderes públicos o social»
Carlos Arce, coordinador del área de Inmigración de APDHA.
Es un hecho común, transversal en todas las culturas a lo largo de la Historia, que se suela asignar a las mujeres el papel de preservadoras de las esencias de la tradición, la moral y los principios religiosos, “honor” respecto del cual en la mayoría de las ocasiones no han sido consultadas acerca de su interés en ostentarlo. García Lorca expuso de forma magistral esta realidad en La Casa de Bernarda Alba; la genialidad del autor andaluz permite que ese retrato pueda tener una validez atemporal y universal.
Vivimos en Europa unos tiempos convulsos, donde la mezcla irresponsable desde algunas instancias mediático-políticas de terrorismo, migraciones, consecuencias de la crisis y creencias religiosas ha abonado un preocupante crecimiento de la islamofobia en sectores de la población europea. Esta situación ha puesto de forma singular en el punto de mira a las mujeres musulmanas de nuestro continente, en el señalado papel que se les impone de referente visible de los “valores islámicos”. En ocasiones se pueden ver presionadas desde su propia comunidad para ser punta de lanza de una posible “reacción identitaria” ante lo que se interpretan como ataques a la religión musulmana, y al mismo tiempo son diana de las iras populistas de la ultraderecha europea a cuenta de esa especial visibilidad.
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