La APDHA y las organizaciones que componen la R.A.N.A. piden al Gobierno español que no apoye la ocupación francesa y facilite la protección y la seguridad alimentaria de la población civil. También piden el cese inmediato de las deportaciones de inmigrantes subsaharianos a Malí y otros países en conflicto en la zona.
La Red Antimilitarista y Noviolenta de Andalucía y la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA) observan con mucha preocupación el belicismo del Gobierno socialista de François Hollande. Ambas organizaciones lamentan que la socialdemocracia europea persista en exacerbar el horror del yihadismo en África. En este caso, al margen de un mandato de Naciones Unidas. La resolución 2085, del 20 de diciembre de 2012, indica que la intervención militar tendría dos fases. La primera, en el primer trimestre de 2013, debía servir para adiestrar al Ejército de Malí. En la segunda fase se desplegaría una misión internacional contra los grupos yihadistas, la Misión Internacional de Apoyo a Malí con Liderazgo Africano (AFISMA), previa aprobación de la ONU. Nada de esto se ha cumplido.
A diferencia de lo resuelto por Naciones Unidas, muy condicionado por la negociación de Francia y Estados Unidos en el Consejo de Seguridad, Hollande ha emprendido la segunda guerra francesa en África en menos de dos años. La ofensiva de París ha llegado a los combates cuerpo a cuerpo, alejada del dictamen de Naciones Unidas que debían liderar los países africanos (CEDEAO). Así se desprende del artículo del analista Jesús Díez Alcalde, del Instituto Español de Estudios Estratégicos [1].
La primera guerra fue contra Libia, liderada por el conservador Sarkozy. Acabó con Gadafi, viejo aliado de la Unión Europea, y dejó ese país en manos de un gobierno de transición y unas milicias que imponen violentamente la sharia por encima de un marco constitucional democrático. Paradójicamente estos combatientes libios, que recibieron la cobertura militar de Francia, Gran Bretaña o España en la guerra contra Gadafi, defienden tesis cercanas al yihadismo que Hollande enarbola como excusa para el envío de tropas a Malí.
Además, ha supuesto la extensión del conflicto a Argelia, con la reciente masacre en una planta de gas, o represalias en Somalia del grupo integrista Al Shabab. Como señala la periodista Olga Rodríguez, no hay que olvidar que algunos combatientes de hoy en Malí tienen sus orígenes en la guerrilla de muyaidines afganos que Estados Unidos apoyó en la guerra contra la extinta URSS. La periodista también denuncia la instrumentalización de nuevo de la violencia contra las mujeres en este conflicto [2].
La APDHA y las organizaciones de la R.A.N.A. piden que España no sea cómplice al usar la guerra contra el terrorismo como coartada para invadir los países musulmanes y controlar sus recursos (oro, petróleo, piedras preciosas). Hollande ha negado que el motivo de la intervención sea garantizar los recursos energéticos, como el uranio procedente de Malí y Níger, vital para las centrales nucleares francesas. Entre el 30 y el 40 por ciento de las importaciones francesas de este mineral proceden de Níger. Igualmente el ataque a la planta argelina de gas pone de relieve esta clave de la real politik en las ocupaciones de Afganistán, Irak, Libia o Malí.
Occidente recoloniza y utiliza el terrorismo islámico como parapeto de sus intereses económicos. Francia dice que vela por la seguridad de sus nacionales, pero la inseguridad se incrementa en todo el mundo. La pobreza es el gran caldo de cultivo de estas milicias, entre otros factores. Se trata de un fenómeno brutal y complejo, uno de cuyos elementos es la venta de tierras fértiles a orillas tanto del Níger como del río Senegal a países y multinacionales. La última década ha demostrado el fracaso de las guerras emprendidas por Occidente en los países citados anteriormente. Es urgente abordar la realidad de estos países desde la paz, el desarrollo y la negociación, resolviendo los inmensos problemas políticos (como la marginación del pueblo tuareg), económicos y culturales que se perpetúan en el continente africano. Incluso en los peores escenarios, como sucedió en el caso de Malí el pasado otoño. En menos de un mes el Consejo de Seguridad aprobó una resolución (2071), el 12 de octubre de 2012, que llamaba a negociar con los grupos rebeldes para lograr su desmovilización. Francia podría haber seguido esta vía en lugar de la guerra, que seguirá provocando muertes y desplazamientos en los países de la zona.
Reiteramos la petición de la coordinadora andaluza de ONGD, que ha exigido que se proteja a la población civil de Malí, y apoyamos la petición de compromiso internacional de solidaridad lanzado por los grupos feministas de Malí [3]. Los medios de comunicación ya hablan de una posible cifra de 1 millón de personas desplazadas, fuera y dentro del país, en buena parte mujeres y niños, según Naciones Unidas. La ONU solicitó 123 millones de euros el año pasado para afrontar la grave crisis alimentaria que azota la región y sólo se han recaudado 77 millones. Es una muestra de la falta de interés internacional en los programas de paz y desarrollo.
Por último pedimos al Gobierno español y a los gobiernos de la UE, especialmente a Francia, el cese de las expulsiones y deportaciones de inmigrantes subsaharianos a Malí y otros países del entorno en esta situación de violencia y riesgo para las poblaciones.
Andalucía, 24 de enero de 2013
Entidades firmantes:
ASOCIACIÓN PRO DERECHOS HUMANOS DE ANDALUCÍA (APDHA)
RED ANTIMILITARISTA Y NOVIOLENTA DE ANDALUCÍA:
Ecologistas en Acción-Andalucía; Confederación General del Trabajo-Andalucía; Mujeres de Negro (Sevilla); Alternativa Antimilitarista-MOC (Sevilla y Puerto de Sta. María); Madres contra las drogas ANDAD (Pto. Sta. María); RANA-Algeciras; Ahimsa (Málaga)
Nota 1:
http://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_informativos/2012/DIEEEI77-2012_IntervencionMali_Res_2085_JDA_x3x.pdf
Nota 2:
http://www.eldiario.es/zonacritica/Preguntas-torno-Mali_6_92450755.html
Nota 3:
http://www.lacasadelapaz.org/spip.php?article333