La responsabilidad del movimiento de solidaridad con los refugiados

Rafael Lara

Cifra récord de refugiados en Grecia, sin centros de recepción preparados

Cifra récord de refugiados en Grecia, sin centros de recepción preparados

La acogida y protección de las personas que huyen de los conflictos no es tan sólo un acto de solidaridad, que lo es. Es, antes de nada, una obligación moral y un deber legal de los Estados. Las personas refugiadas tienen derechos que es imperativo respetar. Deben ser acogidos con dignidad, deben ver reconocido su derecho a la libertad de circulación, deben recibir el apoyo y las condiciones adecuadas para su integración y su autonomía.

Por eso decimos que no es un acto de caridad. No es «siente a un sirio en su mesa» sino proporcionar a las personas refugiadas acceso a la vivienda, ropa, comida, sanidad, educación y ayuda psicológica para los que lo han perdido todo. Y sobre todo proporcionarles un itinerario de inserción e inclusión en nuestra sociedad. Es decir, dotarles de medios para que, en un plazo razonable, ellos mismos puedan conseguir vivienda, ropa, comida y acceder al derecho a la salud o la educación. Porque muchos de los que vendrán, no olvidemos que se van a quedar, al menos en Europa.

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