Fadara Diara malvivía en Mazagón (Huelva) en el asentamiento de la finca de las Madres, junto a cientos de personas que, en condiciones deplorables y bajo plásticos, comiendo lo que pueden y descansando donde les dejan, viven pendientes de una señal, la que les haga el “jefe” para entrar a trabajar (por unas horas o unos días) en la recogida de la fresa.
La campaña agrícola de la recogida de la fresa en la provincia de Huelva se convierte todos los años para los cientos de temporeros en una promesa, también para Fadara, que esperaba con el presentimiento de que su situación podía cambiar.
El pasado 8 de marzo perdía la vida. La noche anterior, para combatir el frío, metieron dentro de la chabola un cubo (de pintura, que creían seca) lleno de ascuas y los gases lo asfixiaron.
Fadara ha muerto víctima de las condiciones indignas en las que vivía, en un poblado chabolista carente de agua, saneamiento, electricidad… Subsistiendo gracias a una suerte que se le acabó ese día y siendo (para algunos) solamente mano de obra de la que tirar cuando se necesite, inmerso en una sociedad que podría, si se lo propusiera, erradicar la pobreza.
La dejadez, falta de solidaridad y de compromiso de nuestra sociedad y sus instituciones, que ignora y consiente las indignas condiciones de vida de estas personas, nos cuestiona acerca de qué sociedad tenemos y cuál queremos para el futuro.
No podemos permitir esta ausencia de derechos y debemos empezar a buscar soluciones entre todos (administraciones, organizaciones sociales, empresarios, trabajadores…) para poner en marcha programas, acciones e iniciativas que permitan y garanticen una vida digna y la protección de los Derechos Humanos.