Amigas, amigos
Como cada 10 de diciembre, en conmemoración de la aprobación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la APDHA convoca un acto como este. Un acto que no es, no puede ser, una fiesta de celebración, sino que es un acto de reivindicación, un acto de exigencia: porque los derechos primero se conquistan, pero si no se defienden, se pierden.
Corremos el riesgo de convertir a los Derechos Humanos en uno de esos significantes vacíos de los que tanto se habla ahora, un concepto de debate y análisis. Pero no, desde la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía reclamamos derechos humanos que van más allá de declaraciones y textos legales y que se conviertan en realidad. Porque las vulneraciones de los Derechos Humanos no se escriben sobre un papel, sino que se viven en la piel.
Defender los derechos humanos en Cádiz es defender a Ana, sus hijos y sus nietos que viven en una casa que se cae, reivindicar a la Junta de Andalucía una política de vivienda que acabe con la infravivienda en la ciudad. Por ellos y por los más de 6.000 gaditanos y gaditanas que solicitan una vivienda, más de la mitad con ingresos por debajo del Salario Mínimo Interprofesional.
Defender los derechos humanos es recordar a Pedro y exigir a las administraciones que dote de los mecanismos suficientes para que ninguna persona más muera en las calles de Cádiz, que nadie más duerma sin un techo en el que guarecerse.
Defender los derechos humanos es luchar porque Inma reciba las ayudas que necesita para poder subsistir mientras que encuentran un empleo, es reclamar políticas de empleo que acaben con la lacra del paro que golpea a más de 174.000 personas en nuestra provincia –más de 58% ya sin prestación-.
Pero no basta, porque defender los derechos humanos es pensar en Laura o Rocío, que trabajan por poco más de 400 euros, trabajadoras, a quienes el trabajo no les permite salir de la exclusión y pobreza, es, por tanto, reclamar al Gobierno una nueva política de empleo que acabe con el subempleo, la falta de garantías y los trabajadores pobres.
Defender los derechos humanos es exigir que nunca más muera Rosa, quemada por una vela porque la compañía eléctrica le había cortado la luz, es reivindicar el fin de la pobreza energética y el acceso justo al agua.
Defender los derechos humanos es reclamar mejores condiciones para Ionela y el resto de trabajadoras sexuales, las prostitutas que se ven obligadas a soportar el estigma y la degradación por no poder ejercer libremente un empleo con garantías y completamente regulado.
Defender los derechos humanos es reivindicar que Carlos, que un día cometió un delito, debe tener garantizada la sanidad y un trabajo justo en prisión, que allí debe recibir una formación que le posibilite la reinserción y que cuando salga debe contar con el apoyo de las Administraciones Públicas para iniciar una vida que le permita alejarse por siempre de la prisión.
Defender los derechos humanos es exigir que Fátima no tenga que poner su vida en juego para escapar de la guerra o buscar un futuro mejor para ella y su familia y que una vez aquí no se vea discriminada por el racismo institucional y por el racismo social, es luchar para que cambien las políticas migratorias de esta Europa fortaleza, de esta España insolidaria.
Los Derechos Humanos tienen piel, tienen verdad. Los Derechos Humanos son la dignidad de las personas, son la lucha contra las políticas neoliberales, contra los recortes, por la educación pública, la sanidad pública. Los Derechos Humanos son, por supuesto y por encima de todo, los derechos de la mujer. Y los Derechos Humanos son, sobre todo, un grito de exigencia a los poderosos, al poder público, a los políticos para reivindicar lo que es nuestro, lo que hemos conquistado. Hoy 10 de diciembre es un buen día para recordarlo, mañana y el resto de 363 días del año son buenos para continuar.
- Manifiesto publicado en el Blog de Cádiz