Cuando todavía no nos hemos repuesto del impacto de la catástrofe de Barajas nos llega la noticia de otra catástrofe de hondo calado humano, sin embargo más banalizada. En fecha 25 de agosto llegaron al puerto de Málaga 25 personas subsaharianas rescatadas de una patera semihundida y que durante tres días estuvo a la deriva en el entorno de la isla de Alborán. Sin embargo más de 25 no resistieron el hambre y la sed y sus cadáveres tuvieron que ser entregados al mar.
Cuando nos encontramos dolidos recibiendo noticias de supervivientes del accidente de Barajas y contemplando la angustia de los familiares esperando la identificación y entrega de sus muertos, nos llegan las imágenes de 25 personas aterradas por la experiencia sufrida y de entre ellas la figura de una mujer que ha perdido al esposo y a sus tres hijos1.
Cuando todos nos estamos preguntando por los motivos que han producido la reciente catástrofe del avión de Spanair no podemos dejar de plantearnos el porqué de esta enésima tragedia marítima.
Ante esta catástrofe que nadie nos diga que Marruecos no ha cumplido con la función pagada por España y Europa de impermeabilizar sus costas, con el fin de impedir la salida de las personas migrantes. Que nadie diga que la causa está sólo en los desalmados que se aprovechan de la situación extrema de los migrantes para lucrarse a su costa. Que no se mire para otro lado, ni se desvíen las investigaciones a tierra de nadie. Por favor, un respeto a las víctimas
Es momento de asumir como nuestra la pérdida de esas 25 vidas que, sobrevivieron a la travesía del desierto, pero no pudieron sobrevivir al hambre y a la sed en el Mediterráneo. Es momento de solidarizarnos con esa mujer que ha perdido a su marido y a tres hijos1. Es momento de solidarizarnos, de verdad, con los que destrozados y aterrados han podido llegar a Málaga. Es momento de solidarizarnos con las madres, padres, hermanos, amigos que quedaron allá, al otro lado del desierto, pendientes de su suerte, porque su suerte era la de todos. Los medios de comunicación no nos darán a conocer sus caras, las vidas de los que quedaron nunca serán noticia.
En este momento, como ante la tragedia de Barajas, también debemos plantearnos el porqué. Sabemos por muchos que les han precedido que venían buscando otra vida mejor. Afirmamos que ese es un derecho fundamental reconocido en la Declaración Universal de Derechos Humanos (Articulo 13) que asiste a toda persona pero que está de facto impedido a casi todos los que intentan la vida mejor en Europa. La política española y europea de externalizacion del control de fronteras y de asilo obligan a los que lo intentan a poner su vida en riesgo de perderla, como la han perdido tanta gente en las fronteras europeas , y como las han perdido los más de 25 que no llegaron a Málaga.
También en esta tragedia debe haber una investigación de causas determinantes más profundas. La Europa de la Directiva de la Vergüenza y el Gobierno Español firmante deben analizar las causas de su riqueza y los motivos que fuerzan a las personas subsaharianas a la emigración. No queremos que se nos den como respuesta: pobreza, violencia, corrupción… y abstracciones por el estilo. Sabemos que grandes poderes económicos, respaldados por los políticos de turno son los causantes, casi siempre, de la emigración forzosa africana. Exigimos que España y Europa investiguen en sus cajas negras esta catástrofe, ocurrida en sus aguas y que asuman sus responsabilidades pues, sin duda, las tienen.