TEMOR DEL AUMENTO DE LA REPRESIÓN SOBRE LOS INMIGRANTES SUBSAHARIANOS EN TRÁNSITO EN MARUECOS CON LA VISITA DE PRESIDENTE RODRÍGUEZ ZAPATERO

La APDHA quiere mostrar su preocupación ante el hecho de que la visita del Presidente del Gobierno Español en Oujda, Marruecos, teniendo como objetivo reforzar la lucha contra la inmigración irregular, sirva de acicate a una mayor represión contra los inmigrantes subsaharianos en tránsito en Marruecos.

 Mucho nos tememos que, como nos tienen acostumbrados, cuando hablen de cooperación migratoria, en realidad planeen mayor represión contra los inmigrantes en tránsito (recordar que tras la muerte por disparos de tres inmigrantes en las vallas de Melilla el 3 de julio de 2006, días después el Gobierno Español dio al Gobierno Marroquí 10,5 millones de euros  para mejorar los controles fronterizos, sin vincular esta concesión a la adopción de medidas en materia de derechos humanos).

Oujda es ciudad fronteriza con Argelia, cuya frontera está cerrada desde 1995. Aún así es el punto por donde expulsan a todos los inmigrantes subsaharianos detenidos en cualquier parte del país. Por allí entran también los que han atravesado ya el desierto en su camino a Europa. En Oujda se encuentran bloqueadas actualmente unas 1200 personas, viviendo en la mayor de las precariedades y durmiendo a la intemperie. Es muy difícil salir de Oujda; la ley 02/03 pena el transporte de quien no dispone de documentación, de modo que los medios de movilidad les están prohibidos. Los controles policiales en la única carretera de salida de la ciudad hacia el norte y el oeste del país son continuos y se encuentran cada 60 ó 70 Km.; la policía detiene y registra los maleteros de los coches privados, de los taxis y examinan a los viajeros de los autobuses públicos. Así mismo, hemos sido testigos de cómo también en los trenes, son policías de civil quienes detienen a los inmigrantes y los hacen bajar en la parada de tren más próxima para entregarles en la comisaría más cercana.

Las condiciones de vida de estos inmigrantes subsaharianos en tránsito en Marruecos son muy duras, acosados por la policía y los militares y sin ningún derecho. Las detenciones son muy temidas pues los testimonios de malos tratos en las comisarías son numerosos. Así mismo, los rechazos a frontera son también dramáticos, pues los inmigrantes son abandonados de noche en zona desértica fronteriza, con la amenaza de no volver atrás. Pero los militares argelinos hacen lo mismo por su parte, disparando al aire para disuadir a los inmigrantes de adentrarse en su territorio. Desorientados en la oscuridad,  suelen separarse por grupos de 5 ó 6 personas para no llamar mucho la atención y tratan de regresar a la ciudad de Oujda caminando en la dirección contraria que les ha indicado la policía marroquí, en busca de las luces más próximas. La frontera es un lugar peligroso: al juego de pin-pon de los militares marroquíes y argelinos intimidando cada uno por su parte a los inmigrantes para que no entren en su territorio, hay que sumar la presencia de bandas de delincuentes.

Aunque las detenciones de subsaharianos es algo constante en todo el territorio del estado (un periódico nacional marroquí cifraba recientemente en 15 el numero de detenciones diarias), cuando algún acontecimiento político (como las visitas de jefes de Estado) tiene lugar, la represión se recrudece (ejemplo las redadas del 18-19 de enero de 2008 justo antes de la reunión 5 por 5 de representantes de cinco países europeos y cinco africanos). Es por ello que mucho nos tememos que éste sea un momento triste también para los desesperados procedentes del África Subsahariana.

Si como decía Zapatero, el reciente drama de las muertes en el Mediterráneo de bebés, mujeres y hombres, es algo insoportable, y lo es, no es justificable ninguna ayuda ni ninguna medida legislativa que no esté condicionada al respeto estricto de los derechos humanos, en nuestra tierra y en cualquier otra con la que tengamos relación. Si la cooperación con Marruecos se traduce como hasta ahora en apoyo al ejército marroquí para que recrudezca la represión, exigimos el cese inmediato de esa colaboración.

Tener voluntad de hacer algo para que dramas insoportables como los vividos estos días no vuelvan a repetirse, es preocuparse por las condiciones de vida de los inmigrantes subsaharianos en tránsito en Marruecos, condicionar toda ayuda al respeto estricto de los derechos humanos, e instar sin dilación a la investigación de todo atropello de los mismos, como fue el gravísimo caso del hundimiento de una zodiac en Alhucemas la noche del 28 de abril, en el que estaban involucrados efectivos de la marina marroquí.

No sirve que Zapatero sitúe siempre el horizonte de solución en el desarrollo económico de los países de salida, pues esta condición sine qua non es a largo plazo, y hay que posibilitar, por justicia y por humanidad, una salida a esta generación actual de subsaharianos que ya está en camino y no tienen más vida que ésta. La justicia pasa de inmediato por la adopción de unos flujos1 más flexibles y solidarios, que permitan una esperanza a la generación actual.

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