Una mirada internacional a los derechos humanos en 2021 (II)

La lucha por los derechos humanos en 2021

Continuamos este recorrido con el drama de las personas migrantes y de las que buscan refugio. Según ACNUR, a finales de 2019 eran casi 80 millones de personas en el mundo las que han tenido que huir de sus hogares, el 80% de las cuales están en países que sufren gran inestabilidad, inseguridad alimentaria o malnutrición.

En 2020 hemos asistido al terrible incendio en el campamento de Moria en la isla de Lesbos en Grecia. En medio de un creciente acoso y represión -en la que han participado también grupos paramilitares de extrema derecha- la situación de los refugiados en Grecia es claramente de lesa humanidad. Pero no es sino una expresión más de las políticas europeas (y de cada país miembro) de cierre de fronteras, criminalización de quienes desarrollan acciones de salvamento y gestión de las migraciones mediante la detención y la expulsión, provocando miles de muertos cada año en el mar. La reacción a Lesbos ha sido en España el infame “muelle de Arguineguín” en Canarias. La reacción a Lesbos es la prohibición de navegar a barcos de ONG que realizan salvamento, o externalización de las operaciones de rescate. La reacción a Lesbos por la Unión Europea ha sido el vergonzoso “Pacto Europeo de Migración y Asilo” que sigue poniendo el foco en el control de fronteras, las limitaciones al asilo y la guerra contra la inmigración. javascript:false

Políticas de la muerte

También hay, pues, otra pandemia que tiene que soportar la humanidad: la guerra mundial desatada contra la inmigración, liderada por una ultraderecha a la que retroalimenta y fortalece a la vez que se sustenta en continuas violaciones de los derechos humanos por parte de los Estados. Estas políticas de la muerte (necropolíticas) son las promotoras del famoso muro en la frontera mexicana y las políticas antiinmigración de Trump que llegó incluso a separar hijos e hijas de sus padres, de las que pudimos conocer situaciones espeluznantes. O, mucho más desconocida pero igual de terrible, la “Operación Fronteras Soberanas”, que, desde 2013, intenta frenar a los inmigrantes que llegan en barco a Australia de forma irregular, generalmente desde Indonesia. Australia financia centros de detención para estas personas trasladándolas fuera del país, en Papua Nueva Guinea o en la isla de Nauru. Organizaciones de derechos humanos han denunciado las violaciones y el maltrato sistemático de las personas detenidas en estos centros de reclusión.

Pero no hay que irse tan lejos. Marruecos soporta un régimen antidemocrático que reprime violentamente los derechos de su propio pueblo y mantiene decenas de presos políticos, como los del movimiento Hirak del Rif. Un régimen que recibe sustanciosos fondos de la Unión Europea para controlar las migraciones a base de vulnerar gravemente los derechos humanos. Un régimen, en fin, que ocupa el Sahara Occidental y está provocando por la falta de reconocimiento del derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui y sus agresiones, una escalada del conflicto y la guerra. Todas estas actuaciones ejecutadas con la complicidad y la financiación entre otros países de España.

No podría faltar en este somero repaso de lo que veremos en 2021, cómo, lamentablemente, la fosa Norte-Sur se agrava en la mayoría de los países empobrecidos por la falta de acceso en condiciones dignas a las vacunas para la COVID-19, para mayor gloria y acumulación de beneficios inconmensurables de la industria farmacéutica. 

La lucha por los derechos humanos

Pero no querríamos terminar esta mirada internacional, forzosamente parcial, con el foco de los derechos humanos sin señalar que también existen indicios alentadores. En primerísimo lugar, la persistencia del movimiento feminista a nivel global que, por ejemplo, en Argentina acaba de conseguir una victoria histórica con la aprobación del derecho al aborto y en Polonia ha obligado a recular al gobierno ultraderechista del PiS.

Pero también las importantes movilizaciones antirracistas en todo el mundo en respuesta al asesinato de George Floyd por la policía de Mineápolis.

Es esperanzadora la creciente incidencia de movimientos sociales en EE.UU. tan importantes como los Antifa, el Black Lives Matter, o el Movimiento feminista o el aumento de la influencia de los sectores de izquierda en el partido demócrata que se manifiesta con la reelección de las jóvenes congresistas Alexandria Ocasio-Cortez, Ilhan Omar, Rashida Tlaib y Ayanna Pressley y otras nuevas.

Hay que celebrar también la entrada en vigor del Tratado de Prohibición de Armas Nucleares en octubre de este año pasado. Las organizaciones internacionales están demostrando su ineficacia e inoperancia ante los retos de derechos humanos que vivimos, pero pese a ello es preciso reivindicar su vigencia, aunque necesiten profundas reformas. Los ataques de Trump al sistema de NN.UU. confirman que estas organizaciones son imprescindibles, pese a los límites señalados.

También resulta alentadora la creciente conciencia social ante la emergencia climática que vivimos y las movilizaciones de amplios sectores de la juventud. Se extiende la conciencia de que tenemos derecho a un planeta saludable para vivir dignamente. De que tenemos derecho a otra relación no opresiva y de explotación con el resto de seres vivos y la naturaleza.

En fin, un año 2021 con numerosos retos y amenazas para los derechos humanos. La gente que los defendemos, seguimos. Y seguiremos.

banner hazte pro derechos

Comments are closed