Otras cinco víctimas de las políticas migratorias en el Mar de Alborán, mientras son tratados indignamente los migrantes que llegan a tierra, como ayer en San Fernando
Cádiz, 6 de septiembre de 2018. Ayer tuvimos que lamentar de nuevo la muerte de cinco personas que viajaban en patera en el mar de Alborán. Salvamento Marítimo rescató a las 56 personas, incluidos los cadáveres, que fueron trasladadas al puerto de Motril.
Es otra tragedia que simboliza bien el resultado de políticas migratorias inhumanas y crueles que sólo sirven para alimentar los sectores de derecha extrema de este país, en tanto provocan tanto sufrimiento y tantas muertes, siendo a la postre absolutamente infructuosas.
La Asociación Pro Derechos Humanos critica firmemente la grave situación a la que se tienen que enfrentar las personas migrantes provocada por las crueles políticas migratorias de la Unión Europea, España y Marruecos. Según datos oficiales de la ONU más de 1.500 personas fallecieron en el Mediterráneo solamente en los primeros siete meses del año de 2018, tres veces más que el año pasado.
Otro símbolo de la ineficacia e inhumanidad de las políticas migratorias sucedió anoche lamentablemente en San Fernando en un hecho que se viene repitiendo en la comisaría de esta localidad. Tras 37 horas en patera desde Larache a Camposoto, siete inmigrantes marroquíes fueron dejados a la puerta de la comisaría con su orden de expulsión, sin ningún recurso, ayuda o mínima orientación de que hacer. Cuando se les ayudó desde APDHA a ir a pasar la noche en Campano, centro de Acogida gestionado por Cruz Roja, fueron rechazados y tuvieron que pasar la noche a las puertas del centro, hasta que se pudo vehicular su viaje a familiares y amigos suyos residentes en España.
Desde APDHA denunciamos el trato inhumano a las personas migrantes por parte de los organismos que deben atenderlos y la falta de seguimiento por parte de la administración de la gestión de la acogida externalizada. El gobierno ha puesto en marcha mecanismos para la identificación y procedimientos de expulsión, pero no un auténtico sistema de acogida y atención mínimamente digna, con independencia del país de origen.