Carta abierta
Rabat, el 4 de enero del 2007
En Marruecos, los derechos y la dignidad de hombres y mujeres son
vulnerados en nombre de la protección de las fronteras de Europa
Un poco más de un año después de los trágicos acontecimientos del otoño del 2005, los nacionales subsaharianos en Marruecos, víctimas de las políticas “securitarias” efectuadas por la Unión Europea y sus «socios», siguen siendo perseguidos únicamente en nombre de la protección de las fronteras de Europa.
El 23 de diciembre, las fuerzas del orden marroquíes realizaron redadas de envergadura en los barrios populares de Rabat donde viven numerosos migrantes. Decenas de policías y agentes de las fuerzas auxiliares penetraron en las viviendas y detuvieron sin distinción a los subsaharianos que se encontraban ahí (incluidos mujeres embarazadas y niños) con el fin de transportarlos a la frontera argelina, en una zona desértica alrededor de Oujda. Al menos 240 personas sufrieron estas redadas.
El 25 de diciembre, otros 40 migrantes de África subsahariana fueron detenidos en Nador y conducidos en las mismas condiciones a la frontera.
El 29 de diciembre, otras 140 personas interceptadas en Lâayoune iban rumbo hacia Oujda.
El 31 de diciembre, 43 personas de este grupo fueron conducidas a la frontera argelina.
Quince días después del principio de estas detenciones, alrededor de 200 personas pudieron volver a Oujda, mientras que las asociaciones y militantes in situ permanecen sin noticias de un centenar de migrantes que fueron abandonados en la frontera, durante la oleada de detenciones del 23 de diciembre o que estaban a bordo de los autobuses que salían de Lâayoune el 29 de diciembre. Según los distintos testimonios de los migrantes abandonados en la frontera, la mayoría fue desposeída de sus bienes (teléfonos móviles, dinero) y muchos vieron sus documentos de identidad (pasaportes, certificados ACNUR) requisados o rasgados. Algunos de ellos sufrieron violencias y mujeres fueron víctimas de secuestros y violaciones. Muchos están muy debilitados físicamente, una mujer de origen congolesa, embarazada de cinco meses, perdió a su niño.