Víctimas ‘undercounting’: cuando las muertes se diluyen en el mar

Rafael Lara. Área de Solidaridad Internacional APDHA

Foto cedida por Fito Carreto. Primer aniversario de la llegada de la patera de Rota.

Foto cedida por Fito Carreto. Primer aniversario de la llegada de la patera de Rota.

Una especie de onda con epicentro en el canal de Sicilia sacudió durante unos instantes las sensibles conciencias europeas. Comunicados de ONGs, concentraciones de repulsa, análisis en los medios, reacciones de los gobiernos, reunión de urgencia del Consejo…  800 o 900 personas habían perdido la vida de una vez en el Mediterráneo; días antes se hundía un barco con 400 personas, en febrero habían sido 300… Sí, durante un instante pareció que se removían las cosas, que las tragedias nos habían impactado de verdad, que se había llegado a un límite insoportable. Pero la onda pasó sin que supiéramos con seguridad si dejó alguna huella.

Peor aún, pasado el primer impacto, los acuerdos del Consejo Europeo laminaron cualquier esperanza. Para los hombres de negro de la UE se trataba de dar una vuelta de tuerca a las mismas políticas que provocan estas grandes masacres: Fortalecimiento de las políticas de control y rechazo, ningún avance para poner en marcha las imprescindibles operaciones de salvamento, menos aún para facilitar la inmigración segura, nada sobre cómo socorrer y acoger a refugiados y a la gente que huye de los conflictos que asolan medio continente africano y el Medio Oriente.

¿Cuántos muertos y desaparecidos han provocado esas inhumanas políticas europeas? La efímera onda proveniente del Canal de Sicilia logró que, por un momento, saltaran a los grandes medios las cifras de las estimaciones de las pocas organizaciones que, con más buena voluntad que otra cosa, intentamos dimensionar la tragedia que ha convertido el Mediterráneo en un cementerio llamado mar.

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