La situación que estamos viviendo a raíz de la pandemia provocada por el coronavirus, además de inédita y dolorosa para la mayoría de la población, está siendo terriblemente dura para una gran parte de esta población, familias que ya en situaciones de normalidad sufrían condiciones de vida de mucha escasez en todos los sentidos: económicas, sanitarias, laborales, de vivienda, etc.
En las barriadas de las periferias de Sevilla vive un gran número de estas familias que dependen de trabajos precarios, mujeres empleadas de hogar sin estar dadas de alta, vendedores ambulantes, personas inmigrantes no regularizadas, trabajadores que se apañan haciendo chapuzas, todos en sectores de economía sumergida, además de muchas personas en paro.
Ante la falta de respuesta por parte de las distintas administraciones, impresiona y se valora cómo muchas personas de diferentes redes vecinales, asociaciones y Cáritas parroquiales están volcándose en paliar, aunque sea solamente suministrándoles alimentos, los efectos de la brutal crisis que estas familias padecen. Los medios se hacen eco de estos gestos de solidaridad y con frecuencia se plantea como gestos caritativos con las personas pobres.
Pero la realidad es que estas familias no tendrían que hacer colas delante de las diferentes sedes de estas organizaciones privadas para demandar algo tan básico como son los alimentos. A algunas les cuesta ponerse en la puerta de una parroquia, lugar que ellas no frecuentan y al que se sienten ajenas. Son las personas que trabajan en los Servicios Sociales las que tendrían que atender presencialmente a estas familias y facilitar de manera inmediata esta ayuda mientras no se haga efectivo el Ingreso Mínimo Vital, anunciado por el gobierno central y que por derecho les corresponde a todas las personas para vivir con dignidad.
Es justicia, no caridad. Todas las personas tienen derecho a vivir con dignidad, a tener una Renta Básica que les permita ejercer sus derechos a la alimentación, vivienda, salud… sin que tengan que hacer colas para que les den, por caridad, una bolsa con alimentos.
Hacia una Renta Básica Universal. Ingreso Mínimo Vital, ¡YA!
Pepa Borrego. Delegación APDHA en Sevilla.