Cumplir años tiene sus ventajas e inconvenientes. Dejaré los inconvenientes para otro momento y me centraré en una de las ventajas: haber vivido distintos momentos de la movilización social. Posiblemente haya ido a varios cientos de movilizaciones: concentraciones, marchas, acampadas, encierros, huelgas de hambre, manifestaciones. Hablaré de tres de ellas.
- Encadenamiento a dos semáforos en el centro de Linares, allá por 1988, exigiendo la puesta en libertad de los insumisos presos. Estaba organizado por el COA. Aquello acabó cuando la policía cortó las cadenas y nos llevó al calabozo. Allí estuvimos varias horas. Al día siguiente tuvimos que ir al juez. Le dijimos lo de los insumisos en la cárcel y explicamos nuestra movilización. El juez dijo, algo así como, “esas cosas no se hacen”, citó, a su manera a Séneca: “una no es ninguna pero dos veces son una”. Nos despedimos y ahí quedó la cosa: ninguna multa, ningún juicio por enaltecimiento al terrorismo…
- También un encadenamiento, esta vez en el Banco de España en Sevilla, en 2008. Estaba organizado por la APDHA y denunciábamos los beneficios escandalosos de la banca justo cuando estaba empezando una crisis-estafa que vino para quedarse y que está dejando a mucha gente sin casa, con sueldos de miseria y con una casta política corrupta y displicente. Ni siquiera me identificaron y ahí quedó la cosa: ninguna multa, ningún juicio por atentar contra uno de los pilares de su democracia… (¿Qué diría hoy el Supremo?, por menos se está llevando hoy a gente a la Audiencia Nacional).
- Esta otra fue una concentración frente al Ayuntamiento de Sevilla, en marzo del pasado año. Organizada, también, por APDHA. Exigíamos, lo que tantas veces: vivienda para todas las personas, aquello que está reconocido por la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la Constitución, el Estatuto y otros textos de ficción. Cuando terminamos el acto nos despedimos de quienes luego la multa llamaría “los agentes actuantes”. Todo se había desarrollado con normalidad, como tantas veces, pero esta vez la policía local presentó su informe para que me multaran (la comunicación estaba a mi nombre, pero en representación de APDHA Sevilla). Recurrimos la sanción por absurda, falsa e infundada. Nos respondieron poco antes de los seis meses manteniendo su sanción y ninguneando nuestras pruebas como si de incapacitados socialmente se tratara. Volvimos a recurrir y estamos a la espera. No vamos a pagar, esto lo tenemos claro. Iremos a donde tengamos que ir, no queremos participar de su estado arbitrario y represor. Seguiremos en la calle, defendiendo las causas que consideremos justas, aunque salgamos en sus fotos.
Pablo María Fernández, activista por los Derechos Humanos