Es una evidencia que la diversidad cultural de Sevilla a día de hoy es resultado, en gran medida (aunque no solo), de los actuales movimientos migratorios. El problema es que esta foto amable de ciudad multiculturalidad pocas veces se enmarca en el contexto de racismo y violencia institucional consecuencia de las políticas migratorias y de gestión de la diversidad en Europa. Rara vez ponemos nombres y caras a esta diversidad, y mucho menos conocemos las historias de quienes hoy forman parte de nuestra tierra o de quienes han muerto y siguen muriendo en el intento por llegar.
Este año, un grupo de alumnas de la Universidad de Sevilla ha participado en un proyecto de intercambio con estudiantes senegaleses y han podido comprobar, en primera persona, las enormes dificultades de sus compañeros africanos para venir a Andalucía (Sur de Europa) en comparación con el tranquilo viaje de ellas a Senegal (África al sur del Sáhara), una tranquilidad que solo se ha visto agitada por la excitación de un viaje a tierra desconocida. Han sido conscientes de las dificultades para entrar a Europa por cauces legales y han comprobado que nadie tiene como primera opción hacerlo de manera irregular. Por eso, que uno de los estudiantes senegaleses llegados a Andalucía se pensara no regresar a su país por temor a no poder volver a entrar de manera segura y legal, les preocupó, pero no les sorprendió. Las imágenes de barcas y cuerpos llegando a costas andaluzas, de personas saltando las vallas de Ceuta y Melilla y siendo devueltas en caliente bajo el amparo legal de la denominada Ley Mordaza y los encierros en CIES (Centros de Internamiento de Extranjeros), son realidades a las que ahora ponen nombres y apellidos, historias, sonidos, risas, recuerdos… Son conscientes de que ellas hubieran podido decidir, libremente, permanecer en Senegal si así lo hubiesen querido y que no iban a ser criminalizadas por ello; sin embargo, quienes decidieran permanecer en Europa para ayudar a sus familias iban a sufrir la criminalización, la persecución y la exclusión en nuestras ciudades.
Estas estudiantes sevillanas sí han puesto caras a quienes sufren las leyes racistas y han conocido, de primera mano, las implicaciones que esto tiene no solo en la persona que las sufre directamente, sino también en sus familias y comunidades. Sin duda, se hace difícil transmitir valores como igualdad, justicia y solidaridad cuando vivimos en un marco legal que construye desigualdad y divide nuestras sociedades en categorías de personas con diferentes derechos. Por suerte, la empatía y el inconformismo ante situaciones como estas siguen sumando gente a la lucha por la defensa de los derechos de las personas migrantes, y ello a pesar de la creciente represión y criminalización de quienes actúan para hacer de Sevilla una ciudad más viva, libre y acogedora.
Susana Moreno Maestro. Profesora de la Universidad de Sevilla y miembro de la Plataforma Somos Migrantes.