Los discursos son discursos, son palabras, pero los discursos sostienen ideas y las ideas son capaces de sustentar las injusticias más atroces que podemos imaginar.
Los discursos de Vox, pero también otros a los que ya parecemos estar acostumbradas, son discursos que niegan desigualdades, que silencian realidades, discursos que hablan de “efecto llamada” y alimentan el miedo criminalizando a la persona migrante, al que profesa otra religión, a quién es diferente.
El auge de la extrema derecha (con su asentamiento en posiciones ideológicas pretendidamente centristas y democráticas) y toda su simbología social constituyen un ataque directo a lo que sigue siendo el antídoto contra la barbarie: los derechos humanos y los valores universales que éstos sustentan. Pero no encontraremos entre estos discursos machistas, racistas, xenófobos y homófobos un ataque evidente y claro a los derechos humanos. Por el contrario, sí veremos un reiterado ampararse en cierta concepción de la igualdad, de garantizar recursos y seguridad para establecer y convencer de que existen fronteras dentro de la propia vigencia de los derechos humanos, que hay personas de primera y de segunda, quiénes merecen ser portadores de dignidad y ser objeto de nuestros valores y quiénes no. Se establecen en definitiva las condiciones para que el velo de la indiferencia y el no cuestionamiento se pose sobre la violencia, exclusión e injusticia que se deriva de las políticas que sustentamos como sociedad.
Y ante todo esto, ¿qué hacer?, ¿qué decir? ¡Derechos Humanos!. Pero no derechos humanos para el ornamento; vacíos y debilitados como el papel mojado. Derechos humanos universales, sin fronteras morales que generan exclusión. Derechos humanos que son feministas, que son capaces de garantizar el cuidado y la libertad de las vidas diversas y en diversas circunstancias.
El martes 15 estaremos en las calles de Andalucía, porque los derechos humanos son feministas o no lo son, porque ni un paso atrás en la igualdad, ni un paso atrás en la lucha contra la discriminación, que aún nos queda mucho por avanzar. Pero seguiremos igualmente allí donde el discurso y los hechos amenazan la universalidad de la dignidad de las personas, tratando de derribar las fronteras que delimita qué vidas importan y cuáles no.
Hacemos un llamamiento de responsabilidad frente a éstos discursos. A la necesidad de atender a la peligrosa realidad que los discursos de odio, racismo y machismo sostienen, asumiendo la responsabilidad de responder a éstos desde la defensa de la dignidad universal en todos los espacios; en las calles, en las aulas, en los entornos más cercanos. Desde la resistencia y la alegría, desde la conciencia de que no es una cuestión individual sino colectiva de la que todas y todos somos responsables y nos atañe.
Llamamos a una conciencia social que defienda los derechos humanos como marco universal para desarrollar políticas y acciones que permitan el avance, nunca el retroceso, hacia la igualdad y la dignidad de todos los seres humanos, aunque para ello tengamos que pasar, necesariamente, por cuestionar nuestra propia forma de vida, las instituciones que la sostienen y las consecuencias que éstas tienen sobre las personas.
Ni un paso atrás en los derechos humanos.
Talía Ardana. Área de Trabajo Sexual y Feminismos de la APDHA.