Intervención de nuestra compañera Lola San Isidro en la convocatoria de los Círculos de Silencio en Puerto Real el pasado 2 de marzo:
En este círculo de silencio tan cerca del 8 de marzo, queremos lanzar al viento un abrazo emocionado que alcance a las mujeres refugiadas.
Unas palabras para las que buscan refugio de una guerra que ellas no buscaron, de una invasión que ellas nunca provocaron.
En un itinerario a lo desconocido, cargadas con las maletas de lo imprescindible, acunando a sus hijos por el camino, cargadas con el peso de su pena, sin saber cuándo podrán volver ni a qué ruinas volverán cuando regresen, ni a que horror ni a que ausencias.
Hoy se añade al mundo de las últimas, las tristes las ausentes, un nuevo contingente de mujeres. Y ¿De quienes hablamos hoy? Porque ya son tantas…
Hoy hablamos, sin duda, de las mujeres ucranianas
Ayer de las afganas envueltas en el burka del olvido mediático. Ellas que fueron la excusa para la invasión y hoy son un testimonio molesto para los mentirosos.
O de las palestinas encerradas en esa ratonera de muros y metralla que las noticias olvidan porque su verdugo es poderoso y amigo de los poderosos.
O de las saharauis buscando recuperar su patria en el desierto y a quienes, a pesar de ser nuestras hermanas, los gobiernos prefieren ignorar porque ya no les sirven ni como moneda de cambio en sus estrategias.
Y de tantas otras cuyos nombres y origen ni siquiera sabemos.
Si, hoy hablamos de las mujeres ucranianas, pero ¿por cuánto tiempo?
¿Durante cuanto tiempo la solidaridad efímera de los telediarios nos permitirá recordarlas?
A ellas, que hoy no sustituyen otras amarguras, sino que las acumulan, les decimos que, aunque no podamos aliviar el peso de su pena, les queremos ofrecer refugio nuestros brazos y nuestras manos para construir la paz que se les ha privado.