No es algo nuevo. Siria lleva cuatro años de guerra civil. En este tiempo han muerto más de 400.000 personas, muchas ciudades han sido arrasadas. Diez millones de sirios han tenido que abandonar su casa y huir. Desplazados dentro de su país o refugiados fuera, ante la certeza de haberlo perdido todo, ante la amenaza de la muerte.
Pero no son únicamente los burócratas de Bruselas. Nuestro país los ha tenido retenidos durante meses en el CETI de Ceuta. No les tramitaban el asilo, era su forma de conseguir que no vinieran más, impedirles el reconocimiento que debían tener como refugiados, como víctimas. Porque, en el fondo, el Estado español, el Gobierno español, no cree en el derecho de asilo, no cree en la solidaridad. Hace unas semanas regateaban de forma mezquina por 1500 personas. Mil quinientas personas a las que acoger, a las que dar protección, con las que ser solidarios. Pero España, el Gobierno español se excusaba en el paro, la inmigración y no sé qué más para negociar sobre 1500 vidas. Ni una barriada de cualquiera de nuestras ciudades.
Ahora las imágenes y la presión pública les obligan a cambiar de posición. Ahora nuestros gobernantes se han visto superados por la marea de apoyo popular, por la gente que ha mostrado su solidaridad. Pero no es cierto. Mientras que dicen que acogerán a los que sea necesario, permiten que Hungría construya una frontera de concertinas españolas que les impiden entrar. Grecia fue amenazada con la expulsión de la Unión Europea por saltarse la disciplina económica. Que Hungría se salte los Derechos Humanos, que trate a las personas que llegan de manera indigna, que los encierre, los marque, recordando los peores tiempos de Europa, no genera una respuesta de rechazo en la Unión Europea.
Pero no es solo Siria. Es Afganistán, es Somalia, es Eritrea, es Iraq, es el Congo, es Sudán del Sur. Son millones de personas en peligro por conflictos bélicos que no encuentran el apoyo y la solidaridad de esta Europa de los mercaderes.
Porque no son sólo los refugiados, los solicitantes de asilo. Son también los migrantes económicos. ¿Qué diferencia hay entre morir por la explosión de un mortero o morir de hambre? ¿Qué diferencia hay entre la valla de Hungría y la que España tiene construida desde hace años en Melilla? ¿Cómo puede pretender decirnos Rajoy que España nunca ha rechazado a refugiados si practica devoluciones en caliente con quienes pretenden entrar en España huyendo de su desesperación?
Porque las fronteras cerradas matan.