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OPINIÓN | «En España no hay negros. Inclusión del origen étnico en el censo».

Por Daris José Lewis Recio*.

Ayer nació en el Hospital La Salud de Cádiz, Malick Eduardo Fernandez Fati. De padre cordobés y madre senegalesa, Malick o como le llamarán dentro de pocos años, Edu el Negro, fue registrado como español, de género masculino. Resulta que en España todos somos uno, iguales y sin margen para la diferencia de etnias, pues eso es cosa del pasado.

Sin embargo, la burbuja tardará poco en disiparse cuando los primeros curiosos comiencen a cuestionar el parentesco nacional y filial de Malick. ¿es adoptado? ¿es saharaui? ¿también de acogida? Será a partir de los 5 años cuando Malick será directamente cuestionado ¿de dónde eres? ¿pero de donde vienes? Entonces ¿Por qué eres negro? A lo largo de los años las preguntas continuarán, muchas se repetirán. El color de la piel y origen étnico pueden marcar de manera crítica nuestro desarrollo vital.

En España, son varias las organizaciones y voces particulares que llevan años reivindicando la necesidad de incluir en el censo una categoría de etnicidad. A las denuncias de la Comunidad Negra, Afrodescendiente y Africana, y otras organizaciones gitanas como Kale Amenge, se han de sumar los continuos informes de organismos internacionales, como las Naciones Unidas o el Consejo de Europa, recomendando encarecidamente a las autoridades españolas mejorar sus sistemas de recopilación de datos estadísticos desglosados según criterios étnicos, a fin de identificar el efecto del racismo en nuestra sociedad, así como evaluar las condiciones económicas, sociales y culturales de las minorías.

Ahora bien, es manifiesto el carácter controvertido del asunto. Converso sobre el tema con personas y reconozco la ausencia de consenso. La visibilidad que denunciamos también genera recelo. Algunos argumentan que medir la diferencia es agrandar la división social en base al color de piel o el origen. Otros defienden que el concepto de raza está desfasado y España representa una sociedad plural. Entonces, tengo que volver a preguntarme si importa o no que en España a uno le consideren “negro”, y me gustaría pensar que no, pero la realidad nos cuenta una historia muy diferente.

La etnia, desafortunadamente, es continuamente señalada y está ligada con la desigualdad. Las personas afrodescendientes se encuentran sistemáticamente bajo sospecha en España. Yo mismo he sufrido en varias ocasiones las llamadas identificaciones por perfil étnico. He preguntado a mi madre, blanca, que me acompañe a la hora de visitar apartamentos de alquiler, para asegurarme las mismas opciones que los demás interesados. Conozco lo que es el acoso escolar y el insulto racista, además de vivir momentos vergonzosos en las entradas a discotecas. Desafortunadamente, la discriminación racial puede ir aún más allá.

Por esa misma razón, porque el pasado nos enseñó que la discriminación puede ser mucho más grave, existe cierto rechazo a la concesión de datos étnicos en Europa en general, y en España en particular. En otras palabras, se le da más importancia al mal uso histórico de los datos que a los beneficios de una herramienta que, en sí misma neutral, puede ayudar identificar las desigualdades y revelar la discriminación a partir de la observación de indicadores laborales, educativos y económicos.

Mientras España presume la imposibilidad de un censo inclusivo parapetándose en la complejidad de las normas europeas y nacionales de protección de datos, países como Reino Unido, que hasta hace poco era también miembro de la Unión Europea, avanzan desde hace años en el conocimiento de su sociedad. En Francia, hasta hace poco exponente de la multiculturalidad, varios representantes políticos y organizaciones insisten en la necesidad de establecer dicho censo. Están convencidos de que se requieren nuevas políticas específicamente diseñadas para abordar la precariedad económica y social que oprime a los ciudadanos de origen étnico minoritario, cuyo descontento se ha hecho también manifiesto.

A principios de mes, pude asistir al Seminario sobre el Legado de las personas africanas y afrodescendientes a España organizado por el Observatorio Español del Racismo y la Xenofobia. Durante la mesa redonda moderada por Desirée Bela-Lobedde, Isabelle Mamadou, coordinadora de acciones en España en el marco del Decenio Internacional de los Afrodescendientes, el historiador Dr. Antumi Toasijé y la Doctora en Filosofía, Esther Mayoko Ortega, entre otras, insistieron en la importancia de los censos estadísticos por origen étnico. En la clausura del seminario, restaba solamente un minuto para la intervención de la Directora General de Igualdad y Discriminación Étnico-racial, Rita Bosaho, que presa del poco margen de tiempo y el afán de corresponder, se limito a repetir lo mucho que estaban trabajando en favor del censo, recalcando que es una prioridad en su mandato, sin entrar en detalles. Temo que su intervención sea un retrato de lo que pueda significar su mandato para la Administración, una función sin margen de tiempo ni trascendencia.

En todo este asunto, reconozco un interés nacional y personal por lo absurdo. Visito a menudo los monólogos de Miguel Noguera y el cine de José Luis Cuerda, y sus situaciones disparatadas, tan aparentemente alejadas de la realidad, me recuerdan que no soy el único que ve incoherencias. Pero, no hay nada tan absurdo como denunciar una causa que no existe. Sería absurdo desmontar la falsa creencia de que todo el mundo es igual, sin estadísticas que demuestren lo contrario. Igual de absurdo lidiar con la carga de la prueba en casos de discriminación, sin aportación de datos estadísticos fiables garantizados por los organismos públicos competentes. Es absurdo denunciar el racismo cuando en España no hay negros.

Leo las noticias sobre Massonga Faye que recibió varios disparos en Puerto Real o el acoso racista sufrido por un adolescente, Etienne, mientras juega al futbol con sus compañeros y ante la pasividad de árbitros y aficionados. Pienso que a Malick le queda un largo recorrido por delante como victima de discriminación. Me pregunto si será suficiente con creer que todos somos iguales o si el verdadero motivo por el que el gobierno no implanta un censo con categoría étnica es por la misma razón que tememos los individuos a reconocer nuestras contradicciones, que una vez reconocidas tenemos que confrontarlas. Espero que Malick cuente, y que, si le llaman negro en la calle, pueda decir con orgullo que él es afrogaditano.

26 de octubre de 2020.


*Daris José Lewis Recio activista antirracista y defensor de los derechos humanos.
Abogado especializado en derechos humanos y extranjería. Máster en Derecho Público Internacional por la Universidad de Utrecht y licenciado en Derecho por la Universidad de Sevilla. Ha colaborado en ONGs internacionales de derechos humanos y en organizaciones de base en España, Estados Unidos, Bélgica y Grecia.

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