Un articulo de Antonio Vergara, en nombre de la Plataforma Cádiz no al TTIP, publicado hoy en Diario de Cádiz
En estos momentos difíciles en los que existen muchas cuestiones que se nos ocultan (y es cierto), sin embargo, tenemos muchas posibilidades de informarnos y de formarnos en otros muchos temas, debido a que a pesar de los intentos de oscurantismo de las Administraciones, éstas no pueden evitar la publicación de documentaciones o filtraciones periodísticas y de movimientos sociales que nos alertan.
Este hecho es el que ha ocurrido con el TTIP (Transatlantic Trade and Investment Parnetship) o Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones, conocido más popularmente de forma eufemística como Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos de Norteamérica y la Unión Europea (eufemismo porque no tiene nada que ver con la libertad de comercio, sino con la pérdida de derechos).
Si no podemos evitar su consumación y aprobación habrá consecuencias muy graves para las personas, más dañinas cuanto más desfavorecidas. El objetivo fundamental es abaratar el comercio de las empresas transnacionales, favoreciendo su lucro en detrimento de las personas y de la naturaleza. También afectará ostensiblemente a la seguridad alimentaria, los derechos laborales, la salud, el medio ambiente, los derechos humanos, a sectores estratégicos y fundamentales, como son todos los servicios públicos, que serán privatizados. Todas estas nefastas consecuencias conllevarán un grave ataque a la democracia y a la soberanía popular. El TTIP, además, más lejos de resolver el dramático problema de la desigualdad (1% acumula la riqueza del 99%), aumentará esta escandalosa injusticia, causa de los grandes problemas que acucian a la humanidad. Las desigualdades sociales matan.
Nos vamos a centrar en sus efectos sobre la salud de las poblaciones. En primer lugar, sobre los sistemas públicos de atención sanitaria (que no incluyen a todos los aspectos relacionados con la salud, pero que son fundamentales cuando aparece la enfermedad). El neoliberalismo desde hace muchos años tiene decidido acabar con los sectores públicos. Toda vez que la burbuja inmobiliaria se ha terminado de momento, los sistemas sanitarios, los educativos y los de protección social son parte de un tesoro que contemplado de forma comercial y mercantil pueda llegar a promover grandes negocios (negociar con la salud). El Sistema Sanitario Público Estatal está siendo desmantelado, no sólo en las autonomías gobernadas por el Partido Popular, sino también en Andalucía (aunque en menor proporción). Los recortes presupuestarios, la falta de sustituciones y una gestión nefasta, están consiguiendo que cada vez más personas (las que pueden) contraten, de forma complementaria al Servicio Andaluz de Salud, un seguro privado para intentar corregir los grandes defectos que la pública les ofrece (listas de espera sobre todo). El TTIP pretende privatizar estos sectores públicos y eso es uno de sus objetivos. Y lo hará siguiendo la estrategia del TISA (Trade in Services Agreement), un acuerdo de comercio de servicios que anulará las posibilidades de intervención de los gobiernos y de los Estados; de facto los que deciden no son los que nos representan, como ocurre ya con la Troika. Por cierto, el PP junto al PSOE y a Ciudadanos, han votado a favor de que la Comisión Europea siga profundizando y negociando el TISA (el denominado TTIP de los servicios).
Con respecto a los determinantes sociales de la salud, los efectos de este diabólico tratado pueden ser devastadores; sus recortes sobre los derechos laborales nos americanizarán (no habrá derechos, no habrá convenios colectivos, no habrá sindicatos. Los acuerdos sobre salud alimentaria, agricultura, ganadería y medio ambiente, entre otros, acabarán con los sistemas productivos locales y pequeños, con pérdidas irreversibles de soberanía y poder de negociación. Además, no habrá control sobre las garantías de protección de la salud: facilitar la carne hormonada, los alimentos transgénicos, los cultivos con pesticidas, etc., que define la situación actual de los EE UU, no es nada tranquilizador.
En cuanto a los medicamentos, más de lo mismo. Los controles actuales de farmacovigilancia europeos no existirán o serán inútiles, las evidencias científicas para su comercialización “se relajarán”, el control de los Estados sobre dicha comercialización (farmacias) será debilitado (se podrán vender en grandes centros comerciales), los precios de los medicamentos serán fijados por las multinacionales.
Hay otro dato que completa esta estrategia perversa: si algún Estado se atreve a que estas empresas transnacionales pongan límites a sus beneficios, éstas tendrán la capacidad de multar severamente a dichos Estados, con dinero público. ¿No la situación actual en el sur europeo con las deudas estatales y el ajuste fiscal?
¿Qué podemos hacer? Primero informarnos bien para confirmar que todos estos riesgos son reales y después movilizarnos y apoyar a aquellas organizaciones políticas y sociales que antepongan la defensa de los derechos laborales, sociales y ambientales, por encima del lucro y del beneficio.
Ánimo: el TTIP se puede detener. Cuidado con los sucedáneos (CETA entre ellos) porque persiguen lo mismo. La mayor sospecha de que intentan algo grave es el secretismo con el que están llevando las negociaciones. No somos mercancías, somos personas. La gente está por encima de los intereses de las corporaciones.
Antonio Vergara de Campos
para la Plataforma Cádiz contra el TTIP