
Durante más de 75 años, la Nakba perpetrada por Israel ha provocado el desplazamiento forzoso prolongado del 66% de la población palestina. La Nakba continua se mantiene gracias a las políticas y prácticas del régimen colonial y de apartheid de Israel, como son: confiscación de tierras y denegación de su uso, denegación de acceso a recursos naturales y servicios, anexión del territorio, supresión de la resistencia, denegación de residencia, segregación, fragmentación y aislamiento, imposición de un régimen discriminatorio de planificación y permisos, y denegación de reparaciones históricas. Las políticas y prácticas israelíes que mantienen este sistema y niegan los derechos del pueblo palestino al retorno y a la autodeterminación van más allá de meras violaciones de los derechos humanos. Más bien, constituyen los tres pilares principales del régimen israelí: desplazamiento y transferencia forzosa de personas palestinas, colonización y apartheid. Estos pilares, que se traducen en leyes, políticas y prácticas israelíes, tienen como objetivo mantener bajo control la máxima cantidad de tierra con el mínimo número de población palestina. En consecuencia, la perpetuación de la Nakba -posibilitada por la falta de medidas prácticas para obligar a Israel a rendir cuentas por sus crímenes internacionales- refleja el grado de complicidad internacional con el régimen colonial y de apartheid israelí en Palestina.
Como consecuencia de la Nakba continua, 9,17 millones de palestinos/as han sido víctimas de desplazamiento y/o transferencia forzosa, lo que incluye un total de 8,36 millones de refugiados/as y 812.000 desplazados y desplazadas internas, constituyendo la población desplazada más numerosa y prolongada del mundo. Mientras tanto, los y las refugiadas palestinas en el exilio siguen encontrándose en un limbo de protección internacional. Los países árabes, por ejemplo, niegan a los y las refugiadas palestinas sus derechos humanos, incluidos los estipulados en el Protocolo de la Liga Árabe sobre el Trato a los/as Refugiados/as Palestinos/as (Protocolo de Casablanca, 1965) del que son signatarios. En Siria, el peso demográfico y político las personas refugiadas palestinas se ha visto afectado y debilitado durante la guerra y las consiguientes luchas políticas. En Líbano, el gobierno trata a los y las refugiadas palestinas como «extranjeras» y les priva de sus derechos civiles, económicos y sociales hasta el punto de que un porcentaje significativo sufre pobreza extrema. Estas acciones se justifican bajo el falso pretexto de preservar el derecho al retorno y la identidad palestina. Sin embargo, privar a los y las refugiadas de sus derechos humanos durante el periodo de su refugio constituye una violación del retorno, ya que permite la continuación de las políticas israelíes y el desplazamiento repetido de los y las palestinas. Al mismo tiempo, los Estados occidentales practican la discriminación contra los refugiados palestinos que huyen de conflictos armados en varios países árabes como Siria, Líbano, Irak y Libia.
Tras 75 años de la Nakba continua, la comunidad internacional sigue desatendiendo sus responsabilidades legales y morales hacia el pueblo palestino, y proporcionando apoyo e impunidad al régimen israelí. Los Estados occidentales han estado obstruyendo la aplicación del derecho internacional y los mecanismos de rendición de cuentas respecto al pueblo palestino. Esta obstrucción se ejemplifica en los vetos a las resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, la no aplicación de docenas de resoluciones existentes, el debilitamiento de las investigaciones del Tribunal Penal Internacional, la ineptitud ante la crisis crónica de financiación de la UNRWA (Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados palestinos en Oriente Próximo), la negligencia a la hora de proporcionar protección efectiva a los y las refugiadas palestinas y la falta de medidas prácticas para exigir responsabilidades a Israel, como embargos de armas y sanciones. Esta falta de acción ha dado lugar a un paraguas de impunidad política, económica y militar para el régimen colonial y de apartheid israelí. Además, la complicidad de los Estados occidentales queda demostrada en las declaraciones coloniales y discriminatorias realizadas por los presidentes de la administración estadounidense y de la Comisión de la UE al felicitar el establecimiento del régimen colonial y de apartheid israelí.
Las Naciones Unidas, responsables originarias de la partición ilegal de Palestina, siguen ignorando la necesidad de un enfoque de descolonización basado en los derechos humanos y de una solución a los problemas centrales del régimen colonial y de apartheid israelí. El enfoque de descolonización para Palestina es especialmente pertinente, ya que la Comisión de Conciliación de las Naciones Unidas para Palestina, el organismo encargado de proporcionar protección internacional, incluido el derecho al retorno según la Resolución 194 de la Asamblea General de Naciones Unidas, lleva desaparecida tantas décadas como la Nakba continua. La UNRWA (Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados palestinos en Oriente Próximo), la única agencia responsable de asistir a los y las refugiados/as palestinos/as, sigue considerándose una agencia temporal cuyo presupuesto depende de las contribuciones voluntarias de los Estados, las cuales disminuyen anualmente a pesar del aumento del número de personas refugiadas y de sus crecientes necesidades. A falta de un mecanismo de financiación obligatorio, la UNRWA está siendo saboteada mediante la imposición de procedimientos de securitización y financiación condicional por parte de Israel y Estados Unidos, en particular con el proyecto de ley propuesto recientemente por Estados Unidos. Esta situación ha provocado una drástica reducción de los servicios mientras las necesidades de las personas refugiadas siguen aumentando. Otros ataques estratégicos contra la UNRWA que piden la transferencia de sus responsabilidades a otras agencias y organizaciones constituyen intentos ilegales de alterar su mandato, ya que la única manera de que el mandato pueda ser alterado es a través de una resolución de las Naciones Unidas, que de este modo no sólo protegería a la UNRWA sino también, por extensión, a los y las refugiadas palestinas. Dicha resolución debe necesariamente ampliar el mandato de la UNRWA para incluir a todas las personas refugiadas palestinas y proporcionar todos los componentes de la protección internacional (es decir, protección física, legal y humanitaria).
La respuesta internacional histórica y actual a Palestina se basa en un paradigma de resolución de conflictos y en un enfoque humanitario. El «conflicto» en Palestina se percibe como un conflicto entre dos partes iguales con reivindicaciones igualmente válidas que requieren una respuesta «equilibrada». Tanto el paradigma como el enfoque son erróneos, ya que no tienen en cuenta los violentos orígenes coloniales de Israel y, como tales, han distorsionado gravemente las causas profundas e ignorado la dominación y la opresión de Israel sobre el pueblo palestino. La realidad, sin embargo, es que los y las palestinas se enfrentan a dos formas israelíes de dominación -la colonización y el apartheid- que niegan los derechos inalienables del pueblo palestino al retorno y a la autodeterminación. Como tal, el derecho a resistir la dominación y la opresión extranjeras como medio de liberación y la demanda de los derechos de autodeterminación y retorno es un hecho irrefutable en el caso de Palestina.
El único enfoque y solución a la Nakba continua es un marco de descolonización integral basado en derechos. Este enfoque debe abordar las causas profundas del régimen colonial y de apartheid israelí y cumplir con los derechos inalienables del pueblo palestino, concretamente los derechos de autodeterminación y retorno. Descolonizar Palestina de forma que se logre una paz duradera y justa significa desarraigar y desmantelar los pilares del régimen israelí: desplazamiento y transferencia forzosos, colonización y apartheid.
El retorno es nuestro derecho y nuestra voluntad
Un pueblo, un destino, y el retorno es seguro
Garantizar un presupuesto estable y adecuado para la UNRWA sin requisitos políticos es una responsabilidad internacional obligatoria
Conceder a los y las refugiadas sus derechos humanos en los países de acogida favorece su derecho a regresar a sus hogares de origen.
Esta tarde se celebran concentraciones en conmemoración de la Nakba en las siguientes ciudades y municipios andaluces:
–Cádiz: Lunes 15 de mayo. Plaza del Palillero, a las 20.00h
–Sevilla: Lunes 15 de mayo. Plaza de la Encarnación / Las Setas, a las 20.00h
–Almería: Lunes 15 de mayo. Paseo marítimo de Carmen Burgos (altura c/Sorrento), a las 20.00h
–El Ejido: Lunes 15 de mayo. Calle Toledo 50, a partir de las 20.00h